Psicoterapia Infantil.

 

A veces nos resulta difícil comprender que los niños puedan tener problemas, ya que creemos que a su edad no tienen de qué preocuparese y suponemos que deben ser felices.

 

Es necesario entender el mundo de los niños y ponerse en su lugar para poder comprender cómo ellos también pueden sentir malestar o presentar alteraciones psicológicas. Los niños, a su manera, también buscan explicaciones a lo que les ocurre, tienen expectativas sobre su entorno, se sienten defraudados, sienten rabia cuando las cosas les salen mal o los demás no les tratan como esperan, se ponen tristes cuando les suceden cosas negativas, se preocupan por lo que ocurre a su alrededor, sienten miedo ante las dificultades, etc.


En psicoterapia infantil creamos un espacio donde el juego, el dibujo y otras técnicas indirectas interactúan con la palabra, dejándonos acceder al mundo interior del niño para comprenderle mejor, vincularnos con él y así poder ayudarlo.

 

 

Es en el juego y sólo en el juego que el niño o el adulto como individuos son capaces de ser creativos y de usar el total de su personalidad, y sólo al ser creativo el individuo se descubre a sí mismo”.

                                                                       

                                                                                                  Donald Winnicott.

 

Algunas situaciones que pueden requerir la intervención de un especialista:

Cuando surgen problemas de comunicación y relación con los hijos.

Ante la presencia de conductas problemáticas como desobediencia, rebeldía, faltas de respeto a los padres y profesores, rabietas o agresividad.

Ante la dificultad de implantar adecuadamente las normas y límites a los hijos.

 

Cuando surgen dificultades en el entorno escolar: bajo rendimiento escolar, problemas de relación con los amigos, fobia social, situaciones de acoso o bullying.

Problemas de autoestima, inseguridad, timidez y retraimiento social.

Signos de depresión y tristeza en los hijos.

Signos de ansiedad, fobias, miedos infantiles, enuresis o encopresis.

Cuando los niños presentan síntomas significativos durante procesos de ruptura, separación o divorcio de los progenitores.

Otros.